Al final de la escapada (1960)
16/03/2010
Una crítica de Taylor
Director

Jean-Luc Godard
Año: 1960
Guión:
Jean-Luc Godard
Música:
Martial Solal
Fotografía:
Raoul Coutard
Título original: À bout de souffle
Intérpretes:
Director

Jean-Luc Godard

Jean-Luc Godard
Año: 1960 Guión: Jean-Luc Godard Música: Martial Solal Fotografía: Raoul Coutard Título original: À bout de souffle
Intérpretes:
Todo cinéfilo que se precie debe ver sí o sí films como A bout de soufflé (Al final de la escapada. Otra cosa es que, sugestionados por el enorme impacto que en su momento provocó la peli de Godard en particular y la “nouvelle vague” en general, debamos mear bechamel sí o sí ante la mayor chapuza narrativa que ha dado el cine europeo.

Seamos serios. Godard era un gamberrete, uno de esos petulantes e iluminados niños de papá que creyeron que dinamitando la sintaxis cinematográfica iba a convertirse en el Picasso del séptimo arte. Afortunadamente, el lenguaje cinematográfico volvió a su cauce y los desvarios anarquistas, nihilistas y antiburgueses de Jean-Luc quedaron como lo que son hoy en día: estrambóticos experimentos que solo salen a la luz cuando, de vez en cuando, algún “gafapasta” con cuatro clases a sus espaldas flipa en colores hablándote de falsos raccords, saltos de eje, asincronías y demás espasmos visuales.
Le adjudico cierta valoración porque Jean Paul Belmondo (impagable chico Martini) y Jean Seberg (bellísima) forman un pareja excelente y porque, como experimento, la cogorza de Godard fue original e innovadora en su época e iluminó a futuras generaciones de cineastas que, gracias a Dios, supieron emplear muchos de estos recursos gramaticales con mayor cordura y mesura.

Seamos serios. Godard era un gamberrete, uno de esos petulantes e iluminados niños de papá que creyeron que dinamitando la sintaxis cinematográfica iba a convertirse en el Picasso del séptimo arte. Afortunadamente, el lenguaje cinematográfico volvió a su cauce y los desvarios anarquistas, nihilistas y antiburgueses de Jean-Luc quedaron como lo que son hoy en día: estrambóticos experimentos que solo salen a la luz cuando, de vez en cuando, algún “gafapasta” con cuatro clases a sus espaldas flipa en colores hablándote de falsos raccords, saltos de eje, asincronías y demás espasmos visuales.
Le adjudico cierta valoración porque Jean Paul Belmondo (impagable chico Martini) y Jean Seberg (bellísima) forman un pareja excelente y porque, como experimento, la cogorza de Godard fue original e innovadora en su época e iluminó a futuras generaciones de cineastas que, gracias a Dios, supieron emplear muchos de estos recursos gramaticales con mayor cordura y mesura.