Rebeca (1940)
02/04/2018
Una crítica de Begoña Suárez
Director

Alfred Hitchcock
Año: 1940
Guión:
Robert E. Sherwood, Joan Harrison
Música:
Franz Waxman
Fotografía:
George Barnes
Título original: Rebeca
Intérpretes:
Referencias externas películas:
Los pájaros
Director

Alfred Hitchcock

Alfred Hitchcock
Año: 1940 Guión: Robert E. Sherwood, Joan Harrison Música: Franz Waxman Fotografía: George Barnes Título original: Rebeca
Intérpretes:
Referencias externas películas: Los pájaros
Esta es otra obra maestra de Alfred Hitchcock para los amantes del cine clásico. Le valió dos Oscar a Mejor Película y Fotografía. Es una mezcla entre drama y thriller psicológico que mantiene al espectador bien pegado al asiento con un relato del todo inesperado. La película comienza con la famosa frase con la que comienza el libro de la escritora británica Daphne du Maurier, Rebecca (1938), en la que se basa la película: “Anoche soñé que volvía a Manderley…”
Un historia que cuenta sobre Maximiliam deWinter, un aristócrata inglés que marcha a Montecarlo para olvidar la muerte de su esposa Rebecca De Winter. Allí se enamora de la dama de compañía de la Señora Van Hopper, con la que poco después se casa y se marcha a vivir a la conocida mansión Manderley. Una casa llena de los recuerdos de la anterior esposa.
Los muertos como personajes en la película
En definitiva, el guión le valió el premio a Mejor Película por mezclar el drama, suspense policíaco y thriller psicológico todo en uno. Y con un heroína que no tiene rasgos de serlo aparentemente.
Curiosidades
Se ha llegado a comparar la historia con la obra de Charlotte Brönte, Jane Eyre (1847), siendo Maxim el Señor Rochester y la segunda esposa, Jane Eyre. Pero por lo visto, Daphne du Maurier se basó en su vida en Cornwall. Por lo visto su marido estuvo prometida a una bella mujer y de ahí surgió la historia de Rebecca. Hitchcock no sólo adaptó su novela Rebecca sino que también adaptó Pájaros de esta escritora, convirtiéndola también en una película memorable.La fotografía ganó un Óscar. Y no es de extrañar. Las películas en blanco y negro destacan por la belleza de sus imágenes. Es lo mejor del cine clásico y en Rebecca son un tesoro de ver. Se juega mucho con las sombras, tal ve para remarcar lo fantasmal. Es digno de mencionar el acantilado y del Castillo Manderley, con sus grandes habitaciones y sus chimeneas de grandes dimensiones. Y también añadiría la moda de la época.
Como es habitual, en esta película aparece Hitchcock como suele hacerlo en sus películas como un guiño al espectador y también aparece su humor típico. Esto ocurre en el momento en que al cuñado de De Winter se le caen unas pesas que forman parte de su disfraz, unas pesas que casi flotan en el aire. O en el dibujo que hace la dama de compañía a De Winter al principio de la película. Es muy hitchcockniano.